Hay un sendero en tus muslos,
aquella que nace en tu hemisferio
y se vuelca a mis latitudes más precoces;
allí donde la sinuosa muralla se empina
e invita al oteo desde tu lomo.
Quiero madrugar a tus sueños
e instalarme en tu erótica somnolencia
desde la sombra que me atrapa.
Quiero ser la liga que se redime en tus lozas,
recorrerlas con el tibio deslizar de las mejillas
y abrir con un salivazo tus puertas al placer;
con púrpura intriga me vigilas,
me llamas sin hablar y me dejas…
con el cándido deseo en la boca gritando tu nombre.
Publicado por
María Isabel
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