El tiempo siempre fue un cruel aviso,
Heridas y engaños, mediante un pasado
Entre manos un legado negado;
Moribundo es el tiempo a la par de lo desierto.
Las manos han dejado de escribir para ti,
Han olvidado a su dueño, porque hace tiempo
Se olvido de las letras que leía de madrugada,
Sonriendo las vivía como enamorado.
El tiempo se acabo, el olvido llegó;
Las agujas dejaron de marcar las horas
En el frío corazón del labriego
Los días se convirtieron en tumba.
Él ahora debe lanzar tierra a su doncella,
Debe olvidar que un día la encontró
De madrugada escribiendo versos
Que con el alma palpaba prosas dolorosas.
¡Ay! Un final que nadie espera llegue
¡Ay! Un deseo hecho trizas, por egos y celos,
¡Ay de mi alma! Perdió todo lo que amaba
¡Ay de usted! Y del maldito tiempo.
E. González.| Un grito desde el alma (28)
Imagen de la red.
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