Habla vas?

Diosa o diablo…

¿Saben el por qué en las iglesias no hay mujeres sacerdotisas?
Si la hubieses la iglesia ya no existiría se habrían cargado a todos los curas y ellos lo saben muy bien. Es cierto la mujeres es el dios que se creó para dominar este mundo y, si no me creen haber quien de todas las mujeres de la tierra es capaz de decirme que ella no manda en su casa y que el marido es una figura del belén de navidad.

Yo me pregunto: ¿Por qué siguen buscando más poder del que en realidad tienen, mandan en todo, aunque digan lo que digan ustedes lo saben mejor que nadie?

Sí, algunas cosas quedan por darles la razón, pero en muy pocas. Creo que es en la iglesia a donde nos dejan entrar, ya que esos pájaros vestidos de negro lo saben muy bien y, si alguna vez nos lo permiten pobres de ellos; aunque creo que eso es cosa del mismo gobierno que les ha dicho que nunca lo permitan que si no se nos terminó el Kiosco.

Hizo al hombre de un puñado de barro. Claro de que lo iba hacer, toma pues de barro para cuando lluevan palos que se derritan y que no vuelvan a decir esta boca es mía. Y si no es verdad que salga algún hombre que me diga lo contrario. Cuando fue a crear a la mujer; a amigo, esto sí que hay que pensarlo y muy detenidamente que esto es otra cosa, se trata de la mujer, la madre de la tierra, la que hace ponerse al hombre por muy macho que se tenga en pie y sin tambalearse porque si no, te dice; ya puedes hacer tu maleta y te largas con tu mamá, y a si fue como se lo pensó una y mil veces antes de hacer nada. Hasta que se le iluminó la bombilla y se quedó pensativo… ¿cómo la hago para que esta máquina no se revele contra mí el día de mañana; plan, y la hizo? ¿De qué? Buscó y re que te buscó por todo el paraíso y, encontró una cantera de granito blanco como la nieve. Bueno, blanco, negro, cobre, amarillo y de todos los colores que hay en la tierra en la actualidad, porque no crean que solamente hizo a las blancas y otros días la las negras. Sí ese día os creo a todas. Después de ese trabajo se tomó unas vacaciones y cuando volvió era demasiado tarde; ya estaba de más en el cielo y se marcho corriendo. Porque había perdido el puesto. Bueno, perdido, perdido, no lo sé, pero que ya nunca más volvió a su antiguo empleo, y desde entonces se dedicó a un trabajo menos apropiado para él, y también menos trabajo, porque ya era viejo y muy viejo para tener que navegar con tantas mujeres. Ustedes dirán en que trabajo lo pusieron las mujeres como castigo. Pues según creo yo que le dieron el cargo de farolero, el que se encarga de encender y de apagar las luces que nos iluminan a todos los hombres.

¿No es mala faena verdad?
Desde eses día la noche es para el hombre como el día para las diosas, él trabaja y ella manda, y cuando no lo haces; ese día comienza el maltrato de género.

Adónde hay dinero no hay problema alguno con las mujeres, te aburres pues te largas y me dejas esta casa, el coche, la finca y el dinero para que no me falte de nada, y ya te estás marchando que me hace falta la soledad que tengo que pensar en que hombre me voy atraer a esta casa.
Haber que hombre es capaz de hacer todo eso en menos tiempo que una mujer… hay alguno que lo haya hecho; o es cosa mía que nunca fui capaz de hacerlo y cuando lo hice me dio una alegría tan grande que yo creí que lo había hecho muy bien. ¡Seré desgraciado que cuando me di cuenta de lo que yo había pasado con esta diosa me había engañado hasta el día en que me case con ella!

Un dios de barro, claro está; no podía habernos hecho de piedra, no, tenía que ser de barro y de que hiciste a estas diosas… Dime, de qué. No lo sé, pero de nuestra costilla… eso se lo dices a otro porque eso es mentira y tú lo sabes mejor que nadie.